A la memoria de Rafael Montesinos, once años después de su marcha al azul cielo sevillano.
'Ya duele el azahar en la memoria.
Cómo lastima
la luz aquella.
Ahora,
un incensario – péndulo de plata
del reloj de mi tiempo – estará dando
mi pena en punto en aquel sitio.
Duele el incienso, duéleme en el alma
la lenta cera ardida, oigo el ruido
de los pies que sisean bajo el paso
en el silencio de la madrugada,
como llamando, ¿a quién?, como llamándome.
Regresando estará la luz ahora
a la ciudad que es suya, a su costumbre
de ser azul y cielo y siempre mía,
y avanza a paso largo la memoria
de regreso a su casa.
Es cruel el destierro. Cae de bruces
sobre la dolorosa dicha aquella.
Intentar levantarlo
es más cruel aún. Quiere estar solo,
entre dos luces, por aquella calle.
Donde nací una vez moriré siempre.'